Literatura

miércoles, 27 de enero de 2010

Patadas de ahogada

Es que no puedo hacer más. Me siento como subyugada a su puta voluntad, a su inflado ego, y eso cansa, exhausta. Veo un cuadro y me identifico con él. Es una mujer desnuda frente a un muro de ladrillo. Está inclinada teniéndose los senos como a modo de abrazo mirando hacia arriba. Encima de ella se ve una mano y ella la mira girando la cabeza. He gritado, he refutado he actuado hasta el límite con lo que definirá como exigir y no hay respuesta. ¡No hay respuesta! ¡Coño! ¿Es que acaso su supuesta espiritualidad lo hace mejor que yo? Llego al punto de pensar en su hipocresía y en esa maldita autoestima que me esta molestando tanto. Le falta humildad. Le falta humildad.

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