Literatura

miércoles, 27 de enero de 2010

Encuentro-separación.

Al entrar al bar y subir con cadencia las escaleras, Jimena pensaba que tan sensual la veía él. Javier siguiendola, se fijaba en su pantalón negro. Frente a unas cervezas ríen con un leve vuelo de seducción por el aire y la mirada, y sienten juntos las canciones que los hicieron hablar más cerca. Claro...el ruido.

Generalmente ninguno de los dos era tímido hasta el momento; pero esta noche, tenía que ver cada uno en los ojos del otro una ilusión. Ya no podían arrojar sentimientos sin mucho consentimiento porque ahora si podían ser realmente serios. Por lo mismo no se habían besado, dizque tratando de ser amigos.

Pero a media noche, por primera vez de muchas, Javier fue quien inicialmente cedió. En medio de largos besos tras otros acabaron esa ronda y él dijo: Vamos. Todo estaba acordado de manera subliminal, lo que faltaba era que alguien lo propusiera, aunque fuera el indigente, la mesera, ella, el, ¡El que fuera!; hasta que:

-¿Quieres ir a mi apartamento?
- Esta bien.

Aquella noche tan construida en pensamientos y divagaciones durante la mayor parte del día de Jimena, estaba sucediendo realmente luego de ocho meses de conversaciones por internet con un desconocido (únicamente no se conocían físicamente). Lo que comenzó en la imaginación ya podía darse de comer a los sentidos, disfrutarse.

Dos personas tan completamente diferentes viviendo algo casi onírico no podía ser un error, pero tampoco un acierto. Un hombre de veintisiete años, con novia, con trabajo y una vida ordenados; una mujer de veinte años viviendo un día a la vez; no era nada real ni mucho menos falso, y sin embargo tan envidiable y atrayente.

Con un beso se dieron la excelente noche, y se alejaron dos meses después de esa luna, para siempre.

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