Literatura

lunes, 7 de junio de 2010

Para mí, la tristeza sabe a sal.

Sal mar, lágrimas saladas del mar:

Copiosa lluvia doliente en los ojos.

A sal: con el recuerdo salobre del sudor

En un cuerpo pasional y palpitante.

La tristeza: el mar,

Como el vasto horizonte sin nada.

Nada más allá.

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